El sitio escogido fue el Playa Club de A Coruña. Está situado en plena playa de Riazor, en una especie de burbuja de cristal con unas vistas espectaculares. Tuvo una estrella Michelin hasta el año pasado que por aquellas cosas que una no se explica bien, se la han retirado.
La única observación negativa se la llevó el acompañamiento de la zamburiña, las habas no estaban en su punto, o eso nos pareció.
Durante la comida y como propina al precioso paisaje, tuvimos el placer de ver llegar a la ciudad a un crucero. Después y algo más tarde, paseando por la ciudad vimos a los pasajeros caminando entre nosotros.
Lo demás, sencillamente delicioso. Atentísimo el servicio que en todo momento estuvieron pendientes de nosotros, en silencio, sin molestar pero cumplimentando cada necesidad sin que hubiese necesidad de requerirla.Bebimos un Juve Camps que es un cava que nos encanta y para la carne, una copa de un vino argentino cuyo nombre no recuerdo pero que fue una excelente recomendación por aroma, cuerpo y sabor.
Y nononono, no fue carisísisimo, normal para un ágape de estas características, nos encantó y lo recomendamos en todos los sentidos, fue parte de un día fantástico.
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